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Las consecuencias de que Trump se aleje del conflicto entre Rusia y Ucrania

El problema de que Trump se desentienda del conflicto ucraniano es que, en última instancia, podría resultar contraproducente para EE.UU. y sus aliados, ya que cuanto más indique Washington que está perdiendo interés en el conflicto, más se animará Moscú a pensar que al final conseguirá la victoria.

Trump y Zelenski reunidos en Roma

Trump y Zelenski reunidos en RomaAFP

Lejos de ayudar a poner fin a la guerra en Ucrania, todo parece indicar que los esfuerzos de mediación del presidente estadounidense, Donald Trump, no solo están prolongando el conflicto, sino aumentando la probabilidad de que Rusia salga finalmente victoriosa.

La promesa de Trump de poner fin al conflicto en las 24 horas siguientes a su toma de posesión no parece ahora más que un lejano recuerdo.

En cambio, su creencia de que podría utilizar su relación con el presidente ruso, Vladímir Putin, para aplicar un alto el fuego duradero ha quedado en nada, y Trump reconoce ahora que el autócrata ruso ha mostrado poco interés en negociar un acuerdo de paz.

Según el Wall Street Journal, Trump ha informado a los aliados europeos de que Putin no está dispuesto a poner fin a la guerra porque cree que va ganando. Al parecer, Trump hizo el reconocimiento durante una llamada con líderes europeos que siguió a una llamada telefónica el 19 de mayo con Putin, con quien afirma tener una relación especial.

La valoración poco optimista de Trump ante los líderes europeos -la mayoría de los cuales siguen comprometidos a apoyar a Ucrania en su guerra contra Rusia- contrasta notablemente con su optimista valoración pública de la conversación.

Trump declaró tras la llamada de dos horas con Putin que "el tono y el espíritu de la conversación fueron excelentes", y que Rusia quería hacer comercio "a gran escala" con los EE.UU. una vez que la guerra había terminado.

Trump insistió en que las conversaciones habían ido bien y que sentarían las bases para que Moscú y Kiev iniciasen de inmediato negociaciones hacia un alto el fuego para poner fin al conflicto.

Trump incluso planteó la posibilidad de que el recién investido Papa León XIV acogiera las conversaciones de paz en el Vaticano, afirmando que estaría "muy interesado" en acoger las negociaciones. Putin se negó.

De hecho, lejos de mostrar interés en poner fin a la ofensiva militar rusa en Ucrania, el líder ruso ha dado toda la intención de que pretende seguir luchando hasta conseguir la victoria.

Entrevistado en un documental con motivo de sus 25 años en el poder, Putin declaró:

"Tenemos fuerza y medios suficientes para llevar lo que se inició en 2022 a una conclusión lógica con el resultado que Rusia requiere."

Tampoco parece haber perspectivas serias de que Trump esté dispuesto a golpear al Kremlin con más sanciones, y mucho menos con estímulos militares, si no muestra ningún interés serio en las negociaciones de paz.

El presidente estadounidense ya había planteado anteriormente la posibilidad de golpear a Rusia con una nueva ronda de sanciones si no mostraba interés en poner fin a la guerra. Trump ha sido especialmente crítico con los continuos ataques con misiles y drones de Rusia contra objetivos civiles en Ucrania.

Tras su reunión sorpresa con el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky en Roma durante el funeral por el papa Francisco el mes pasado, Trump escribió en un post en Truth Social:

"[N]o había ninguna razón para que Putin estuviera disparando misiles contra zonas civiles, ciudades y pueblos, en los últimos días. Me hace pensar que tal vez él no quiere detener la guerra, sólo me está dando golpecitos a lo largo, y tiene que ser tratado de manera diferente, a través de 'Banca' o 'Sanciones Secundarias? Demasiada gente está muriendo!!!"

Desde entonces, Trump ha parecido retractarse de la amenaza, y en su lugar ha dicho a los funcionarios europeos y ucranianos que es su responsabilidad, y no la de Washington, encontrar una fórmula para poner fin al conflicto.

La administración Trump incluso ha señalado que ya no actuará como mediador en las negociaciones de paz entre Ucrania y Rusia, alegando que ninguna de las partes ha mostrado mucho interés en entablar negociaciones de paz significativas.

El abismo entre ambas partes quedó claramente de manifiesto cuando los representantes de los dos países mantuvieron sus primeras conversaciones directas en tres años, en Estambul, el 16 de mayo, una reunión que concluyó sin grandes avances hacia la paz.

Durante las conversaciones, la delegación rusa, un equipo subalterno dirigido por el ayudante del Kremlin Vladimir Medinsky, supuestamente exigió que Kiev entregara completamente las cuatro regiones ucranianas que Moscú afirma que son territorio ruso pero que no ocupa totalmente. Los negociadores rusos amenazaron con apoderarse de más regiones ucranianas si no se cumplía esta exigencia.

El problema con el enfoque de no intervención de Trump en el conflicto de Ucrania es que, en última instancia, podría resultar contraproducente para Estados Unidos y sus aliados, ya que cuanto más indique Washington que está perdiendo interés en el conflicto, más se animará Moscú a que, en última instancia, logrará la victoria.

Este resultado sería desastroso: si Putin logra su objetivo de apoderarse por la fuerza de territorio en Ucrania, no habrá nada que le impida lanzar nuevas aventuras militares en Europa, un movimiento que podría provocar una confrontación directa con la OTAN.

Este resultado sería un desastre para toda la alianza de la OTAN, incluido Estados Unidos, que vería amenazados sus amplios lazos comerciales con Europa por la agresión rusa.

Además, el hecho de que Trump se alejara del conflicto sería visto en todo el mundo como una luz verde a otros adversarios de EE.UU., como Irán y China, de que es temporada abierta, ya que EE.UU. no se toma en serio la defensa de ningún territorio aliado.

Como alguien que muestra un gran interés en la expansión de los lazos comerciales de Estados Unidos, Trump de todas las personas debería entender las desastrosas implicaciones que otra guerra inspirada por Putin tendría para la economía estadounidense.

La única manera de que Trump evite tal catástrofe es abandonar su enfoque de no intervención en el conflicto de Ucrania y, en su lugar, demostrar inequívocamente que no está dispuesto a tolerar que Rusia logre la victoria.

Cumplir su promesa de imponer sanciones secundarias contra Rusia si no accede a un alto el fuego duradero sería un buen primer paso: dejaría claro que EEUU seguirá prestando un apoyo militar serio a Ucrania si Rusia insiste en continuar la guerra.

Trump, si quiere que Estados Unidos disfrute de los beneficios de la paz y la prosperidad en Europa, debe llegar a comprender que retirar la participación de Estados Unidos en el conflicto de Ucrania, ya sea que implique una acción militar o diplomática, simplemente no es una opción.

© Gatestone Institute

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