La Organización Mundial de la Salud está a punto de otorgarse poderes ilimitados
Las enmiendas propuestas por la OMS a su reglamento sanitario internacional y a su próximo tratado sobre pandemias representan la amenaza más grave a la soberanía nacional en una generación.

Tedros Adhanom Ghebreyesus
La Organización Mundial de la Salud (OMS) podría estar por obtener finalmente lo que tanto buscaba: poder y control ilimitado.
La fecha límite para renunciar al Reglamento Sanitario Internacional es el 19 de julio, en menos de dos meses. Es momento de que los ciudadanos exijan a sus legisladores que tomen acción inmediata en sus parlamentos y digan NO a estas regulaciones. Hasta ahora, ningún país se ha retirado y, debido a la escasa cobertura mediática, la mayoría de las personas ni siquiera sabe que hay un problema.
El 1 de junio de 2024, los 194 estados miembros de la OMS acordaron una serie de enmiendas de gran alcance al Reglamento Sanitario Internacional, que otorgan al Director General de la OMS —actualmente el “Dr.” Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien no es médico y, al parecer, responde a los intereses de China— una autoridad abrumadora para declarar no solo emergencias sanitarias internacionales reales, sino también potenciales.
Decir que “acordaron” es, en realidad, inexacto: los Estados miembros no votaron estas enmiendas, sino que las aceptaron a través de lo que se conoce como un proceso de consenso. Si ningún país objetaba antes de una fecha límite, las enmiendas se daban por aprobadas. Es posible incluso que este proceso no haya sido legal. Al parecer, el texto final no fue distribuido con suficiente antelación y las negociaciones se llevaron a cabo mayormente a puerta cerrada, sin transparencia alguna. ¿Acaso los parlamentarios sabían a qué se comprometieron sus Gobiernos?
Además del Reglamento Sanitario Internacional, los 194 Estados miembros de la OMS acordaron en abril de 2025 un borrador histórico del Tratado sobre Pandemias, y el 20 de mayo adoptaron dicho tratado en la 78.ª Asamblea Mundial de la Salud en Ginebra, Suiza. Sin embargo, para que entre en vigor, deberá ser ratificado por al menos 60 Estados, lo que significa que aún está en manos de los ciudadanos impedir que eso ocurra. Además, quedan aspectos pendientes, como el Sistema de Acceso a Patógenos y Distribución de Beneficios (PABS), que busca facilitar el intercambio de datos genéticos sobre posibles patógenos pandémicos, pero aún no hay consenso. Con este tratado, la OMS se otorgó amplios poderes sobre cómo deben responder los países a futuras emergencias sanitarias.
Frank Gaffney, presidente del Institute for the American Future, escribió en X poco antes de la adopción del tratado:
“En menos de un mes, se nos impondrá indirectamente —si no directamente— un Gobierno mundial, gracias a un nuevo tratado pandémico que la OMS finalizó ayer y planea adoptar y hacer legalmente vinculante a mediados de mayo, con profundas implicaciones para la salud pública, las libertades personales y la soberanía nacional.
Si te gustó cómo se manejó la crisis del covid-19 —en gran parte gracias a la incompetencia y negligencia de la OMS y a la insidiosa influencia del Partido Comunista Chino, perpetrador del virus, y del principal beneficiario, la gran industria farmacéutica— te encantará este nuevo orden mundial.
Entre sus consecuencias estarán: identificaciones sanitarias universales, mandatos de vacunación, censura obligatoria, transferencias tecnológicas, costos financieros ilimitados y la proliferación de virus con potencial pandémico, todo ‘gestionado’ por burócratas internacionales con gran poder y ninguna rendición de cuentas.”
Celebrando la adopción del tratado, el “Dr.” Tedros emitió una declaración que muchos consideran completamente falsa:
“El acuerdo es una victoria para la salud pública, la ciencia y la acción multilateral. Asegurará que, colectivamente, podamos proteger mejor al mundo de futuras amenazas pandémicas. También es un reconocimiento de la comunidad internacional de que nuestros ciudadanos, sociedades y economías no deben quedar expuestos nuevamente a sufrir pérdidas como las que dejó el covid-19.”
Tras la adopción del Tratado sobre Pandemias, el secretario de Salud de EEUU, Robert F. Kennedy Jr., publicó esta declaración en X, instando a los países a abandonar la OMS:
“Como muchas instituciones heredadas, la OMS está atrapada en una maraña de burocracia, paradigmas obsoletos, conflictos de interés y política de poder internacional. Aunque Estados Unidos ha proporcionado históricamente la mayor parte de la financiación de la organización, países como China han ejercido una influencia indebida sobre su funcionamiento, en beneficio propio y no del público global. La cooperación mundial en salud sigue siendo crítica para el presidente y para mí, pero no está funcionando bajo la OMS, como lo demuestra el fracaso durante la era covid. Insto a los ministros de salud del mundo y a la OMS a considerar nuestra retirada como una señal de alarma.”
Nadie en el planeta votó por este tratado y, peor aún, nadie podrá criticarlo en el futuro si la ONU se sale con la suya: el borrador original del Tratado sobre Pandemias contenía lenguaje contra la “desinformación” y las “infodemias”. Tras presiones, el texto final suavizó esas restricciones y ahora solo exige a los Estados miembros promover información “oportuna, transparente, precisa y basada en evidencia” para contrarrestar “narrativas engañosas” durante pandemias. Sin embargo, la ONU ya tiene otra herramienta: el “Pacto Digital Global” (DGC), diseñado para dificultar o impedir cualquier crítica a este nuevo régimen de control.
El DGC es una herramienta totalitaria de censura destinada a silenciar a quienes disientan del programa globalista. En el párrafo 30, hacia el final del documento, se encuentra lo más revelador:
“Debemos contrarrestar y abordar con urgencia… todas las formas de discurso de odio y discriminación, desinformación y noticias falsas… Estableceremos y mantendremos sólidas medidas de mitigación de riesgos y reparación… Nos comprometemos, para 2030, a: (a)… Desarrollar, en consulta con todas las partes interesadas, metodologías eficaces para medir, monitorear y contrarrestar todas las formas de violencia y abuso en el espacio digital… Instamos a las plataformas de redes sociales a establecer mecanismos seguros, protegidos y accesibles para que los usuarios y sus defensores reporten posibles violaciones de políticas.”
La OMS es una agencia especializada de la ONU, cuyo propósito supuestamente es “promover la salud, mantener al mundo seguro y servir a los vulnerables”. Recibe gran parte de su financiación de la Fundación Bill y Melinda Gates, controlada por el multimillonario activista y defensor del clima Bill Gates y su exesposa Melinda. En algunos años, la fundación ha sido el segundo mayor donante de la OMS, después de EE. UU., antes de que el presidente Donald J. Trump, en su primer día de mandato en 2025, retirara a EEUU de la organización.
“Si una fundación privada se convirtiera en el mayor donante de la OMS, sería algo transformador", declaró en 2020 Lawrence Gostin, director de la facultad del Instituto O'Neill de la Universidad de Georgetown y director del Centro Colaborador de la OMS sobre Derecho Sanitario Nacional y Mundial. Agregó que la idea de que una fundación privada pudiera tener tal influencia “habría sido inimaginable” cuando se fundó la OMS como institución intergubernamental. “Eso permitiría que un solo filántropo adinerado establezca la agenda mundial de salud”, dijo, en referencia a Gates.
Aparentemente, todo es posible, incluso permitir que Gates y la industria farmacéutica capturen a la OMS y a sus Estados miembros, otorgándoles además un poder ilimitado.
Christine Anderson, eurodiputada alemana del partido Alternativa para Alemania, declaró este mes:
“Durante el covid se dieron cuenta de algo: por mucho que quisieran imponer restricciones más severas, estaban limitados, porque en una democracia, si un político va demasiado lejos, corre el riesgo de no ser reelegido. ¿La solución? Transferir la autoridad a un organismo no electo como la OMS. Así, cuando impongan medidas duras —confinamientos, mandatos de vacunas o lo que sea— podrán decir: ‘No fuimos nosotros. Nuestras manos están atadas. Fue decisión de la OMS’.”

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Las enmiendas al reglamento sanitario otorgan a la OMS tanto poder sin precedentes que la exministra del Interior británica Suella Braverman advirtió:
“Las enmiendas propuestas por la OMS a su reglamento sanitario internacional y su próximo tratado pandémico representan la amenaza más grave a la soberanía nacional en una generación.
Escondidas dentro de estos marcos legales hay propuestas que permitirían a funcionarios no electos de la OMS declarar emergencias sanitarias públicas y emitir recomendaciones, incluidas sobre confinamientos, cierres fronterizos y requisitos de vacunación.”
Entre estas exigencias se incluyen los pasaportes digitales de vacunación; las enmiendas fomentan el uso de herramientas digitales para documentación sanitaria. Aunque no son obligatorios aún, podrían llegar a serlo. Borradores anteriores, desechados tras críticas, incluían incluso la obligación de documentos sanitarios digitales y certificaciones de vacunación durante emergencias, incluso para vacunas aún en fase de prueba.
Es desastroso que los Gobiernos nacionales hayan accedido a entregar este poder a la OMS, una entidad que ha quedado completamente desacreditada y corrupta, profundamente en manos no solo de Gates y las farmacéuticas, sino también de la China comunista.
Durante el covid-19, la OMS y el “Dr.” Tedros elogiaron a China por su manejo “extraordinario” de la pandemia. Hasta el día de hoy, no se ha hecho nada respecto al papel engañoso de la OMS durante la crisis, cuando repitió propaganda del Partido Comunista Chino sobre el virus. China tampoco ha enfrentado consecuencias —ni por haber desatado el virus al mundo ni por haber mentido deliberadamente sobre su transmisión entre humanos.
La propia OMS admite que unas 15 millones de personas murieron por el covid-19 —un virus que se negó a intentar contener antes de que se convirtiera en pandemia. Aparentemente, ahora se espera que todos finjamos que nada de eso ocurrió y que acudamos a la OMS para orientación incluso ante pandemias potenciales. En junio de 2024, la Unión Europea calificó las enmiendas al reglamento sanitario como “históricas”. Sí, lo son, pero por las razones equivocadas.
¿Debe una organización no electa y corrupta como la OMS tener autoridad para declarar cuándo empieza una pandemia y decidir cómo enfrentarlo? ¿Debe tener poder para recomendar restricciones, encerrarte en casa, mantener a tus hijos fuera de la escuela y dictar si debes vacunarte o no? ¿Te gustaría que el “Dr.” Tedros decida cómo debes vivir?
La consecuencia más obvia, basada en su historial, es que la OMS usará sus poderes bajo la apariencia de “salud pública” para impulsar agendas políticas. Según Braverman:
“La OMS insiste en que estas medidas son necesarias para garantizar la preparación global. Pero la pregunta es: ¿preparación para qué —y bajo qué términos? No es difícil imaginar una futura crisis —real o inventada— en la que intereses políticos se disfracen de salud pública, especialmente en una era donde la censura digital y la captura ideológica se están normalizando.”
Lamentablemente, el escenario planteado por Braverman no es exagerado. En mayo de 2024, la OMS declaró:
“En un llamado contundente a la acción, la 77.ª Asamblea Mundial de la Salud ha reconocido el cambio climático como una amenaza inminente para la salud global, aprobando una resolución que subraya la necesidad urgente de tomar medidas decisivas ante los profundos riesgos sanitarios que representa el cambio climático.
La resolución, apoyada de forma abrumadora por los Estados miembros, presenta un panorama del peligro existencial que el cambio climático representa para la salud humana. La Asamblea de la Salud afirma que es imperativo actuar con radicalidad para proteger la salud del planeta, destacando la interdependencia entre sostenibilidad ambiental y salud pública.”
¿Qué significa esto? Que la salud pública, según la OMS y sus Estados miembros (es decir, tus Gobiernos), ahora está entrelazada con el “cambio climático”. Si el activista climático Bill Gates y sus aliados en la OMS lo deciden, podrían declarar una “pandemia climática”, imponer confinamientos y adoptar las medidas que consideren necesarias “para salvar el planeta”. De hecho, desde el covid -19, Tedros ha mantenido un discurso alarmista, con “predicciones” de que una nueva pandemia es “inevitable”.
Hay una razón perfecta para ello: sin una "pandemia" omnipresente, inminente y terrible, la OMS no tendría legitimidad para apropiarse de todo este poder y acceder a tanto control. Esta arrogación de poder podría, razonablemente, convertirse en un totalitarismo descontrolado a menos que los legisladores intervengan de inmediato y exijan a sus gobiernos que se opongan a las enmiendas al Reglamento Sanitario Internacional y se retiren de ellas .
Bienvenidos al "Ministerio de la Verdad" de George Orwell. Los legisladores de todo el mundo necesitan actuar urgentemente en nombre del pueblo que representaron al ser elegidos. Ningún gobierno parece preocuparse por los intereses de sus ciudadanos. El tiempo se agota rápidamente.