¿Quién cargó el arma del atentado antisemita en Washington?
El asesinato de la joven pareja judía en Washington D. C. es el desenlace lógico de años de incitación, mentiras y traiciones por parte del establishment occidental que han legitimado la narrativa islamista

Escena del crimen frente al Capital Jewish Museum
Noticias viejas, como de más de medio siglo, aparecen hoy en Washington D. C.: un hombre que gritaba "¡Palestina libre!" asesinó a una joven pareja de judíos a quemarropa en un evento patrocinado por el Comité Judío Americano. Pero el arma del asesino fue cargada por el establishment occidental mundial que ha intensificado sus libelos de sangre contra Israel y su pueblo. Noticias viejas, un nuevo ataque antisemita incitado por los poderosos, perpetrado por la escoria.
Yaron Lischinsky y su novia, Sarah Milgrim, fueron asesinados por ser judíos, sin más. Pero su muerte es producto de una incitación descarada. El contexto global de este atentado es lo que predice tiempos peores.
Los poderosos del mundo, en revulsivo montón, están amenazando a Israel si no detiene la Operación Carros de Gedeón con la que podría acabar de una vez con lo que queda de Hamás en Gaza. Los poderosos del mundo dicen que el último ataque de Israel contra un enemigo, cuya única misión es acabar con los judíos, debe ser suspendido. ¿Cuál es la opción, dejar a Hamás en paz?
Si es así, la respuesta de los poderosos del mundo es poner balas para que Hamás y sus admiradores apunten a la cabeza de los judíos del mundo.
El establishment mundial cargó el arma
Esta semana, como nunca antes, un movimiento brutal de la narrativa islamoprogresista se dedico a insuflar el odio antisemita contra Israel y a favor de los autores del pogromo del 7 de octubre de 2023. Según la BBC, el jefe humanitario de la ONU, Tom Fletcher, dijo que 14.000 bebés en Gaza podrían morir en 48 horas si no reciben nutrición y atención urgentes. La BBC lanzó este fake a todo vapor y lo desmintió luego por lo bajo. Pero el daño estaba hecho y no fue casual. Se trató de una mentira destinada a salvar a Hamas. Un chantaje moral que dará apoyo a la mentira de que Israel no libra una guerra contra el yihadismo, sino contra los niños.
Esta mentira, que Guterres adrede dejó correr, ha potenciado la israelofobia en los medios y en las redes sociales con la creencia neomedieval de que “los judíos son una máquina de matar bebés". Algún día, no tan lejano, la ONU será vista como la mayor usina de antisemitismo de la historia por alcance y financiamiento. Algún día el mundo se avergonzará de la ONU.
Los líderes mundiales, tan arrastrados, tan dados a buscar el calor del señalamiento moral, hicieron fila para sumarse a la intifada contra Israel, sin siquiera pedir una prueba acerca de las afirmaciones de la BBC, cuya fuente es el "ministerio de salud de Gaza" que está gobernada por Hamás, detalle que nadie recuerda. La condena internacional contra Israel surtió efecto. Los líderes de los países occidentales han dado crédito a la visión de Hamás de que se trata de una campaña criminal de hambruna disfrazada de guerra contra el terrorismo. Ese es el caldo de cultivo que motivó el asesinato de Yaron y Sarah.
Ahora todos fingirán condolencias. Podemos predecir lo que vendrá, porque ya todo occidente lo ha vivido, porque el islamismo (culpable del 99% del terrorismo que nos asola a nivel global desde hace más de medio siglo) ya ha atentado contra nosotros, los humanos, en todos y cada uno de nuestros países.
"No es el pueblo quien odia a Israel, es el establishment".
Las instituciones judías reforzarán su seguridad, los políticos ensayarán sus vacíos discursos contra el antisemitismo, diciendo que no será tolerado en sus respectivos países y los "especialistas" analizarán las motivaciones del criminal: excusas. Porque lo cierto es que fue el establishment mundial quien cargó el arma.
Fue la ONU inventando mentiras, ya mil veces desmentidas. La ONU cobijando relatores abiertamente judeófobos, comprobadamente pagados por instituciones propalestinas. La ONU sancionando casi con exclusividad a la única democracia de la región y ocultando el genocidio diario de los derechos de millones de mujeres bajo la sharia.
Fue el Tribunal Penal Internacional, infestado ideológicamente, copado por estultos y buitres sexuales, capaces de cualquier cosa para desviar la atención sobre sus crímenes y corruptelas.
Fueron Macron, Starmer y Carney atacando coordinadamente a Israel con mentiras y con la absoluta determinación de que no continúe su guerra defensiva. Traidores, antes que nada, a sus pueblos, que en pocos años se han visto atropellados por una cultura que no llegó para integrarse sino a imponerse. Traidores a las miles de víctimas de ataques islamistas que ocurren a diario en Francia, Reino Unido y Canadá. Retorcidos cómplices de la sustitución de iglesias por mezquitas, reales creadores de las "no go zones". Entregadores de la sangre de sus hijas, como en Rotherham.
Fueron la BBC y el resto de los grandes medios, esparciendo fakes gigantes hasta el infinito, que copian sin leer los teletipos racistas que salen de las entrañas de las agencias de noticias.
Fue el circo alrededor de Eurovisión, la campaña pornográfica contra Israel y contra una chiquita cuyo pecado había sido no dejarse matar por los terroristas, comandados por el Gobierno de Gaza. Fueron los participantes de Eurovisión que hicieron el vacío a Israel, fueron los desquiciados que abuchearon a Yuval Raphael, fueron los desalmados que no lograron metabolizar su triunfo. Fueron los que iniciaron una caza de brujas para sancionar el voto popular que la llevó al podio.
Porque no es el pueblo quien odia a Israel, es el establishment.

Opinión
Carta abierta al presidente Trump instándole a impedir un arsenal nuclear iraní
Alan Dershowitz
Fue Pedro Sánchez tratando de tapar su inusitada catarata de corrupción, yendo de siervo del mal a ofrecer la cabeza de Israel en bandeja de plata. Fueron las agrupaciones nefastas con las que comparte el Gobierno español que destilan odio israelófobo a cada paso.
Fue la Unión Europea, fuente de toda bajeza e injusticia, que pretende sancionar a Israel por haber sido invadida. Fue la UE que llenó las arcas de Hamás durante años, sin hacerse cargo de que el dinero que mandaban se transformaba en misiles contra Israel y opresión para el pueblo gazatí
Fueron el trío irlandés Kneecap, que convirtió un concierto en una manifestación explícita de apoyo a Hamás y Hezbolá. Y fueron las decenas de miembros de la industria musical que firmaron una carta abierta de apoyo aplaudiendo su incitación al asesinato en masa.
Fue Hollywood con alimañas como Joaquín Phoenix, Pedro Pascal y Riz Ahmed que se unieron a la mentira antiisraelí condenando el "silencio" de la industria cinematográfica sobre el "genocidio" en Gaza.
Fue el ejército de bots, que en los últimos días se ha multiplicado amplificando una operación de influencia multidimensional, sin que nadie se pregunte por qué todos estos sátrapas no le piden a Egipto mandar ayuda humanitaria y ponen sus abultadas cuentas bancarias al servicio de paliar la hambruna.
Lo que este nutrido grupo de antiisraelíes intenta es evitar la caída de Hamas, la niña de los ojos de Qatar e Irán. Recientemente ha caído Mohammed Sinwar en Khan Younis, en uno de los túneles que Hamas usa para esconderse, junto con su arsenal. Este Sinwar, hermano del ya asesinado chacal, era el heredero de una lista de líderes como Mohammed Deif o Ismail Haniyeh. Poco a poco, los más radicalizados van cayendo y esto pone histéricos a la izquierda y al yihadismo mundial que pretende a toda costa evitar esta caída. Y el establishment internacional está siendo instrumental a este propósito.
Ahora el presidente Donald Trump dijo en Truth Social que los asesinatos en Washington D. C. están basados en el antisemitismo y que deben terminar. También dijo que el odio y la radicalización no tienen cabida en Estados Unidos. Pero se está engañando a sí mismo. El odio y la radicalización están creciendo en EEUU. Sus próximas generaciones dirigentes están infectadas de odio antisemita y antioccidental, y fue su querido Qatar el responsable. Lástima que el presidente no recuerde quién pudrió el alma de los jóvenes que serán la élite que gobernará de EEUU en la próxima década. ¿Cuántos de esos estarán dispuestos a asesinar personas en nombre del odio inseminado?
"La historia se encargará de recordar a quienes fueron cómplices de buscar el exterminio de Israel".
El crimen antisemita perpetrado en el corazón de EEUU, en el Museo Judío de Washington, se produce en un momento nefasto de las relaciones internacionales en Oriente Medio. Cuando Donald Trump y muchos miembros de su Administración han repetido la narrativa de Hamás sobre la crisis humanitaria de la que culpan a Israel y no a los gazatíes que mantienen rehenes torturados casi dos años después del pogromo y que no son capaces de liberarlos para salvar a "los civiles" de los males que denuncian.
La triste gira de Trump por Medio Oriente que llenó de esperanzas a los Hutíes, al programa nuclear de Irán, a la nueva dictadura criminal siria y al odiador serial de Israel: Erdogán, dejó de lado al país hebreo. Esta señal también la recibió con alegría el yihadismo mundial que ya emitió sus comunicados de felicitación para Starmer, Macrón, Sánchez y Carney. Increíble que Trump quiera ser parte de ese club.
En esta guerra que Israel lleva casi en solitario entre occidente y la barbarie islamista, los poderosos de Occidente están aislando traicioneramente al pequeño país judío y envalentonando a quienes buscan, abiertamente, su exterminio.
Una vez Golda Meir dijo que si le daban a elegir entre estar muerta y ser compadecida, o vivir con una mala imagen, prefería seguir viva y tener la mala imagen.
Sería bueno que los poderosos del mundo recuerden las palabras de Golda, porque Israel no va a desaparecer, pero la historia se encargará de recordar a quienes fueron cómplices de buscar su exterminio.